sábado, 18 de julio de 2009

Saliva nueva para lamer...

Hoy... supe que mis labios tenían otro sabor...
algo extraño sucedía...
mi saliva estaba distinta...
Podía lamer mis heridas...
cerrarían, un algo del más allá me lo decía.

Mi lengua rozaba las heridas
desde el inicio de ellas,
se guiaba por la senda de sangre
que dejó el goteo de dolor...
Lamía en silencio, mientras la lluvia de mis ojos
brotaba humedeciendo el mar
que flotaba bajo mis pies.

Tu sonrisa coqueta ocultaba el llanto
que cada noche derramaste en mi nombre.
El miedo de tus labios lo traspasaste a otro,
y nunca asumiste que seguías aferrada a mi.

Ahora, mientras lamo mis heridas sé que puedo seguir
porque el viento justiciero
que me trae noticias lustrosas de júbilo
permiten que mi saliva renazca.

Y lamiendo mis heridas ya no sufro,
ya no duelen, ya no sangran,
ahora sé que puedo volver a soñar,
y a buscar eso que me quita el sueño,
porque contigo no estaba...

En tu nombre lamo mis heridas,
y avanzo hacia una nueva vida,
porque puedo seguir...
gracias al viento que diligente me iluminó
llenó cada rincón de mi alma
y me hizo abrir los ojos.

Ya no vivo en un sueño,
no duermo en las mentiras que tu plantaste,
ya no sigo encerrado...

Ahora lamo mis heridas con más pasión,
porque sé que pueden cerrar...
y lo están haciendo...

Esto sí que es por ti,
porque desperté
porque vi la realidad
porque no estoy ciego...

Porque lamo mis heridas
con saliva nueva gracias al viento,
que me contó la verdad...

Lamo mis heridas, y ellas
sellarán para siempre, lo sé...

¿Y tú?
¿Te has atrevido a lamer tus heridas?
Sé que no puedes hacerlo...
ya no me engañas...




Gracias al viento... sabes que eres tú...

Amo al viento...
Esto sí que es por tí... mi viento...







César B. Fuenzalida (C)
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