sábado, 30 de abril de 2011

Soledad...

Fue como si arrebatasen de mis manos el triunfo
como si hubiera rozado la gracia de Dios
y de pronto, de manera estrepitosa, sin freno alguno
hubiera caído en las fauces del peor demonio...

Un leve tirón en mi estómago, un mareo,
miedo, mucho miedo, dolor, pena...
me invadían
y mi corazón daba saltos sin sentido con ganas de salir
por mi boca...

El vacío me inunda
pienso, medito, analizo,
sufro, lloro, me agoto,
río, me animo, vivo...
me vuelvo a hundir...

De mi boca sólo fluyen retazos de palabras
que no alcanzaste a oír,
o que no quisiste sentir...

La soledad llegó...
nunca se fue...
sólo optó por dar un paso al lado,
pero ya está al mando de todo

Ganas de llorar y saltar de la cumbre más alta
sin seguridad alguna
embargan mi alma, enmudecen mi boca y azuzan a mi corazón

Quiero gritarle al mundo que deseo bajarme del carrusel,
este juego no es para mi,
que nunca jugué... que nunca lo he hecho... que nunca lo haré...

Sonrío porque nadie debe cargar con
este silencio que no trae paz,
sino penumbra y sacrificio,
debilitación y dolor...

Mi mirada perdida en el vacío no es parte del montaje...

Es mi alma solitaria que le dice al mundo
mi verdad...

Son mis palabras al viento las que no me pertenecen,
pues tuyas son,
sin embargo, silenciaste mi boca de un soplido,
y hoy esas palabras se diluyen con el viento...

Que las derrota y deshace,
como el amor se deshizo para mi...

Y sigo solo en el camino...




















César B. Fuenzalida (C)
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